lunes, 10 de julio de 2017

Rogue One: Un condimento ¿necesario? de Star Wars





Alex Velarde

La saga creada por George Lucas ya experimentó su despertar en diciembre de 2015 con el estreno del Episodio VII, de la mano de J.J. Abrams y con el sello de Disney. Esta compañía ahora tiene la necesidad de explotar este lujoso producto que ha llegado a sus manos (como si no tuviera bastante con Marvel y sus clásicos en imágenes reales) y lo hace con una serie de spin-offs o condimentos de la saga que “llenan” el vacío de espera entre cada película de la nueva trilogía.

El producto lanzado en 2016 es Rogue One: Una historia de Star Wars, dirigida por Gareth Edwards, cuyo argumento se sitúa justo antes del primer filme en orden de publicación y cuarto cronológicamente, subtitulado tras las reediciones como Una nueva esperanza. Si la película mencionada comenzó con la princesa Leia entregando los planos de la Estrella de la Muerte a los droides R2D2 y C3PO para que los llevaran en secreto a Obi-Wan Kenobi, muchos espectadores debieron preguntarse: ¿Cómo consiguieron esos planos los rebeldes? ¿Se los proporcionó algún imperial traidor? ¿Los encontró un hacker? ¿Llegaron por un error de envío? Si lo último es cierto, el Imperio debería plantearse ofrecer cursos gratis de manejo de correo electrónico…

La respuesta no la habrían adivinado los fans de 1977, pero tampoco que Darth Vader fue el creador de C3PO, que Yoda y Chewbacca se conocieran ni que Boba Fett compartiera rostro con parte de los soldados imperiales. Y es que los héroes responsables del posterior éxito de Luke y compañía son: la hija de uno de los diseñadores de la estación letal, un capitán de la Rebelión con aires latinos, un droide verdugo y humorista, un piloto desertor de raíces árabes, un asesino a sueldo asiático y un ciego (también asiático) experto en esgrima, como el maestro Stick de Daredevil y el monje guerrero Cien Ojos de la serie Marco Polo.

La diversidad racial fue notable esta cinta (y se debe aplaudir), aun así es difícil conectar con los personajes, ya que carecen de suficiente profundidad. A pesar de todo la protagonista, Jyn Erso, es más creíble que Rey (personaje principal de El despertar de la fuerza), al no mostrar habilidades excesivamente extraordinarias sin motivo y manteniendo el atributo de “mujer fuerte e independiente” en su justa medida.

Respecto a la trama, es un poco lenta al principio, presentándose infinidad de personajes, situaciones y planetas sin que de tiempo a asimilarlo, pero luego va cogiendo fuerza. Nadie viendo Star Wars hace años podía haber imaginado que poco antes de su comienzo hubo otra historia digna de contar, y aquí se demuestra lo contrario.

Guy Henry interpretó al Gobernador Tarkin en Rogue One.  

Jimmy Smits volvió a ponerse en la piel de Bail Organa en Rogue One.

La cinta aporta muchas referencias para los fans acérrimos de la saga, respetando muy bien el material original, haciendo justicia a personajes como el Gobernador Tarkin, conectando la trilogía original con las precuelas mediante la aparición de Bail Organa, también con Clone Wars a través del personaje de Saw Gerrera, introduciendo información extra como la composición de los sables láser y situando al mítico villano Darth Vader en el castillo tenebroso que nunca llegó a aparecer en El Imperio Contraataca. Como dato negativo a añadir, la voz actual de Darth Vader en español no es tan imponente y llamativa como lo fue en la trilogía original, echando en falta a Constantino Romero, que en paz descanse.

En definitiva, es una película que ofrece elementos interesantes sin cometer ningún error en el argumento de la saga y enriqueciéndolo, pero que no posee la emoción de las anteriores y tampoco es de indispensable visualización para conocer el universo Star Wars, aunque a pesar de todo es totalmente disfrutable.

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